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JUN. 6, 2025 10:56:44

¿Provocará la deuda de EEUU una nueva crisis financiera? Esto opina Crédit Mutuel AM

"Todo es posible, y una emisión de bonos a 30 años mal recibida (con un ratio de oferta/cobertura muy bajo) podría desencadenar cierto pánico", asegura este experto.

No obstante, Rimeu precisa que "el mercado estadounidense es mucho más líquido que el británico, por lo que es poco probable que los tipos de interés a largo plazo estadounidenses suban más de 200 puntos básicos en un solo mes, como se vio en el Reino Unido durante la crisis desencadenada por el presupuesto muy expansionista de Lizz Truss en 2022".

En cualquier caso, este experto señala que "el aumento de las primas a plazo es innegablemente una fuente potencial de inestabilidad del mercado, y es poco probable que las soluciones tradicionales para reducir los déficits públicos (subidas de impuestos, recortes del gasto, reformas estructurales a largo plazo) sean favorecidas por el presidente Donald Trump".

LOS INVERSORES CUESTIONAN LA DEUDA DE EEUU

Rimeu recuerda que, desde hace décadas, el mundo financiero se ha preguntado hasta dónde puede estirarse la deuda pública de Estados Unidos. Hasta hace poco, esta cuestión era más bien teórica, favorecida por una inflación persistentemente baja en las economías desarrolladas desde 2008 y por una sólida demanda internacional de bonos estadounidenses, especialmente por parte de países con superávit fiscal.

El entorno de baja inflación propició varias rondas de flexibilización cuantitativa, lo que a su vez alentó a los gobiernos a relajar su disciplina fiscal. La situación actual en Estados Unidos no es exclusiva, y países como Francia ilustran bien este mismo patrón.

Tradicionalmente, la deuda pública tendía a aumentar durante las recesiones y a reducirse en los periodos de expansión económica. Sin embargo, esta dinámica se rompió a partir de la década de 2010, en un contexto de ausencia de contención fiscal por parte de los gobiernos.

Pese a ello, los mercados tuvieron suerte: durante años, los crecientes déficits públicos no se tradujeron en un aumento de las primas por plazo (la rentabilidad extra que exigen los inversores por mantener deuda a largo plazo), lo que permitió que los tipos de interés se mantuvieran en niveles moderados y la carga de deuda siguiera bajo control.

Sin embargo, el desafío actual es que ya no estamos en un entorno de baja inflación ni de políticas monetarias ultraexpansivas.

Así, de forma progresiva, los inversores han empezado a cuestionarse si el rendimiento que reciben compensa adecuadamente los riesgos que asumen.

Como consecuencia, las primas a plazo han subido alrededor de dos puntos porcentuales desde finales de 2019 hasta mayo de 2025, provocando un notable empinamiento de las curvas de rendimiento, una tendencia que se mantiene desde hace casi dos años.

¿Se ha frenado esta dinámica?, se pregunta Rimeu. Todo apunta a que no. Estados Unidos sigue sin mostrar señales de disciplina fiscal (como evidencia el debate actual sobre la reforma tributaria) y algunos de los compradores tradicionales de deuda estadounidense están reduciendo su exposición.

Las razones son variadas: en algunos casos, por motivaciones políticas, como ocurre con China; en otros, porque los mercados domésticos ofrecen rentabilidades más atractivas, como sucede en Japón.

En este escenario, los inversores vigilan el nivel psicológico de la rentabilidad en el 5% para los bonos del Tesoro a 10 años como nivel de alerta que podría desencadenar una crisis financiera.